Vivimos en un mundo fragmentado, dominado por una profunda separación entre cuerpo y mente, entre lo objetivo y lo subjetivo, las ciencias y las artes, el sentir y el pensar, y muchas otras fisuras más que han llenado la vida social de oposiciones aparentemente irreductibles. La excesiva especialización en el trabajo que prevalece en la sociedad viene a exacerbar estas divisiones, dejando atrás los ideales del hombre integral del Renacimiento o del enciclopedismo del siglo XVIII. Artífice de estos ideales, Diderot afirmaba que en toda imitación de la naturaleza existe lo técnico y lo moral”, por lo que el artista debe tener “dos cualidades esenciales: la moral y la perspectiva”. Cada una de ellas se alimenta de las dos clases de entusiasmo que él atribuía al ser humano, “el entusiasmo del alma y el del oficio”. Nacho López vivió animado por estos dos entusiasmos. Creía profundamente en la unión del conocer y el sentir. Sus imágenes lo traslucen tan diáfanamente que incluso quienes no estuvieron cerca de él lo percibían con nitidez. “La necesidad imperiosa de decir, de expresar algo en la fotografía-escribió Manuel Álvarez Bravo-, provee a Nacho de la base indispensable que los teorizantes llaman contenido; más bien dicho, le produce la conciencia de que la fotografía, manejada por un ser pensante que se sirve de instrumentos más o menos exactos, es un lenguaje; y él ha sentido la responsabilidad de lo que dice”.
| Elemento | Descripción |
|---|---|
| Autor | Nacho López |
| Título | Los rumbos del tiempo |
| Subtítulo | N/A |
| ISBN | 978-18-01441-2 |
| Editorial | © Instituto Nacional de Antropología e Historia, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes |
| Serie | Otros |
| Fondo | Consejo Estatal para la Cultura y Las Artes |
| No. de páginas | 143 |
| Número y año de edición | Primera edición: 1997 |
| País | México D. F. |








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